[La verdad yo tampoco sé mucho de mi sombra
últimamente.
No sé ya cómo calzarme los huesos,
porque no sé hasta dónde llegan mis venas.
No sé de este camino de sal
que aprieto con los dientes cuando me tiro en la cama.
No sé cómo encender el espacio difunto
entre las horas desperdigadas y las uñas rotas.
No sé si esto es un páramo o la violencia;
si es el desierto o mi lengua.
No sé si tengo palabras en la boca
o si hablo con saliva de leproso.
No sé de dónde vienen los ecos de la risa,
crueldad o cadáver que acecho como un buitre
condenado.
Creo que son mis oídos sintiendo a la infinitud
resbalarse como agua
o mi espina triturada bajo mis pies.
No sé cuánta es la noche mirando mi ciudad,
y no sé si aquí esté la noche
y no sé si sea mi ciudad.
Esto lo sé porque tus ojos no me ven y yo
no encuentro los míos.]