I.
Y cuando venga la noche,
¿qué le diré a mi desvelo?
De este lado del viento el fuego no canta,
tampoco la espuma del instinto, ni siquiera
las ansias torpes de la ebriedad.
Y cuando venga la noche,
¿qué le diré a mi desvelo?
De este lado del viento el fuego no canta,
tampoco la espuma del instinto, ni siquiera
las ansias torpes de la ebriedad.
II.
Serán las palabras,
la memoria,
la risa del muerto,
las ciudades que somos,
el silencio repleto de calles;
ya no sé en dónde duele,
o si todos tenemos pedacitos de vidrio bajo la piel,
o si todos andamos con el vacío detrás de la cara.
III.
Mi vigilia es manca
y no entiende de estos cuerpos.
Mi vigilia es miope
y repite nombres como arena
como sombra envenenada.
IV.
Estoy pensando en la tierra
y en ti
y en lo bueno de no habernos enterrado
misterios ni nada
que nos llenara de gusanos
o que hiciera de tu cabello raíces.
V.
En la cama me revuelco con la furia
de un niño perdido.
Al tiempo siempre le creo sus mentiras
En la cama me revuelco con la furia
de un niño perdido.
Al tiempo siempre le creo sus mentiras
¿Qué
puedo decirle a mi desvelo?
VI.
No me compadezcas.
No me compadezcas.
No
te vuelvas miedo.