Has de saber, amor flaquito, que ahora que te veo quisiera decirte tantas cosas. Pero sé que no puedo, y mis ansias se ramifican por todo el cuerpo, usurpando el lugar de mis venas, llenando los intersticios en donde antes había sueños.
Que esta sangre ya es veneno, un humor más negro que la bilis o la ausencia. Y el corazón bombea flores remojadas en las sombras que van dejando estas palabras que no digo.
Que me calla el miedo a tropezarme de lengua sobre mis intenciones, o de que mi voz sea más aleteo que silbido, o peor, pisadas de grillo cojo y tú me mires con ternura o una especie de compasión maltrecha.
Y yo quisiera clavarme espinas en las articulaciones para retorcer tanto pensamiento inútil dentro de mis huesos. Me desgarran los gritos, pero no los escuchas porque finalmente en tu oído hay un vacío que no llenaría ni ladrando.
Has de saberlo, ahora que te veo tan tranquilo y quisiera doblarte las rodillas, tronarte los dedos y hacerte bolita sobre la cama hasta que tomes una posición fetal.
Así como tú lo haces cuando tuerces la boca y yo me doblo para mirarte, esperando encontrar en ese gesto pura felicidad.Y luego me doy miedo
porque me destripan las ansias de llenarte
de felicidad.
Aunque sepa que no tienes que sentir
lo que yo siento.