Sentada en esta habitación de muros secos,
recojo los pedazos de una sombra.
Pienso.
Me figuro que la tristeza
la mayoría de las veces
es mera cobardía.
Termino buscándote
y no te encuentro.
Ni en la flama serpenteante
de mi lengua;
ni en la humedad piromántica
de mi abismo.
No te encuentro en la orografía
de mis costillas,
ni en el eco
de mis poros.
No te encuentro en la niebla habitual
de mis pupilas,
ni en el compás errante
de mi vientre.
No te encuentro,
pero no dejas de pulsar
como ciertos dolores
o algunas palabras.
A veces te busco
y te detesto
porque olvido,
en la atemporalidad de mis miedos,
que nunca has aprendido a irte.
Y yo aquí, clavada a esta sombra,
me desangro
otra vez,
como quien se va.
Honey, I sure miss you...