Nuestros pasos languidecen ante el ruido del mundo.
Pero ya hemos aprendido a caminar sobre cintas de agua
para no perder los huesos, ni amedrentar el mareo.
Tremulantes, hacemos de la música un jardín pronunciable sólo
en el silencio.
Calladitos, mientras un montón de perros negros se revuelcan entre
perlas quemadas.
perlas quemadas.
Mientras los ciegos comen conjeturas a puñados
y las jaulas buscan un pájaro para poder volar.
Ante esta violencia yo ya he dejado de creer en el miedo porque
si el viento me trajo también podrá matarme o traerme una flor
de loto para Renacer.
Si me acompañas seguiremos redefiniendo el arte de flotar.
1 comentario:
Très bien! saludosOs
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