Que he vuelto a
emborracharme con un agua hirviente de ausencias.
-Palabras, animales tan
bellos como imposibles-.
Digo que me he embriagado
con el cadáver
de aquellas noches
acuáticas
en las que la
incertidumbre era escritura corriente.
Cuando los ojos se empecinaban
en destrozar el cielo
desde el humo de mi boca
hasta el hueso de la estrella;
cuando la lengua era un órgano para la memoria y el asesinato
y en las manos –rojas- me
crecían caminos como flores sin nombre.
He dicho que me he muerto
un poco sobre mi costado más niño,
el que se comía las uñas y
creía en los pájaros
y en los fantasmas del
espejo.
El mismo donde apoyo mi
cabeza para llorar mis mentiras;
el que se conmueve por
todo su yo traicionado.
Me he emborrachado
porque mi necedad es la
justa
para convencerme, con toda
torpeza, de que esta ceniza sabe
más a vida que la
sobriedad.
1 comentario:
me encantan tus letras. es una lástima ya no leerlas tan frecuente
:)
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