viernes, 28 de marzo de 2014
Sobre el tiempo de silencio
Henos aquí, padre. Seguimos derramando nuestro cáncer sobre papeles blancos. Cada mañana miles de tumores pululan por las calles en una metástasis interminable, retorcida y barroca. La palabra se ha dislocado hasta desconocerse. El lenguaje -bestia de circo- se consume en una retórica tan vacía como cruel. Así el hombre, autófago y autómata, ha multiplicado su rostro sin haber conocido su fisonomía primera; sin una cara y sin un sentido -sin hablar-, se ha instalado en el desengaño y la miseria experimentando una suerte de placer. El silencio no ha bajado la guardia. El silencio sigue siendo tirano.
["Es un tiempo de silencio. La mejor máquina eficaz es la que no hace ruido... Por aquí abajo nos arrastramos y nos vamos yendo hacia el sitio donde tenemos que ponernos silenciosamente a esperar silenciosamente que los años vayan pasando y que silenciosamente nos vayamos hacia donde se van todas las florecillas del mundo" -Luis Martín Santos, Tiempo de silencio. 1962]
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