Hay veces en que me sigo deshaciendo
en las ansias de apresar el viento entre los dientes;
arrancarle los ojos, robarle la lengua, secuestrarle los dedos.
Quedarme con cada uno de esos gestos de terrible desvelo
y convertirme en la única que teja murmullos y silencios,
la única que haga música los miedos.
Pero el viento se me escapa aquí dentro.
Aunque afuera la luna cubre afable
a los desahuciados
con su manto de agua seca
y yo no quiero quedarme con sed.
Adentro ruge el viento, y el fuego crece.
Yo exhalo temores, dolores, ausencias
nada más de imaginarte sentado en la orilla
de mi abismo sin ganas de saltar.
Tiemblo y me quiebro nada más de pensarte
caminando por las líneas de mis manos
sin intención de fundirte en su malogrado destino.
Es que hay veces en que sólo tengo al viento
y estas llamas abrasando tu nombre,
avivando los desatinos, desencuentros,
encendiendo las inútiles palabras
que me guardo entre las pestañas.
Pero si el viento fuera un pájaro estallando en las venas,
se esculpiría el canto que acortara las distancias
entre ese universo de sombras que te puebla
y esta nación en guerra que me habita.
Si el viento fuera nuestro, con todos los murmullos,
con todos los silencios,
con toda esta música compuesta entre las dudas
del amanecer cercano,
nos arrancaríamos la sal de las mejillas,
gravitaríamos en nuestro mar sin tiempo.
3 comentarios:
me encantan esas bossa novas y esos fados saltarines que usáis en vuestras listas de canciones. Me da mucho gusto, lo dejo de fondo mientras navego.
Tengo ganas de unos tequilas con usted.
:)
El fado es una maravilla.
El tequila es otra maravilla.
Mezclar tequila con fados suena bastante interesante.
Tienen en común que hago patria en ambos lugares.
Mezclar fados y tequila no me hará cosmopolita.
A caso puede hacerme llorar.
Y terminar bebiendo fados y escuchando tequila.
Porque lo que realmente tienen en común es el sentimiento.
Es una cosa peligrosa.
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