Hoy, la noche es un elefante con la osamenta expuesta
y los colmillos clavados en las orillas del mundo;
un esqueleto de pirotecnia helada que explota en mis piernas
produciendo un temblor inagotable, solamente perceptible
en las vibraciones de una llama.
La noche es un animal brutal y hermoso que me aterra
porque lo sé menos cruel que la arena ennegrecida
de este norte que antes sintiera mío.
Septentrión donde cuchillos en el viento excorian la piel.
Donde las lenguas del silencio se han llenado de pústulas.
Donde los mesías son de nombre; los demonios, de convicción.
Me cuelgo con todo y miedo de las falanges de esta noche para no quebrar
las calles que tiritan de tristeza
al ver sólo rescoldos de sangre en las banquetas
porque a esta tierra le chuparon el corazón; le deshojaron la música.
Mi latitud me duele y me oculto de este circo infiel
tras los fuegos nocturnos.
Hoy, la solitud de una noche sin puntos cardinales,
sin tejidos infinitos,
sin espaldas tatuadas de hipocresía,
es mi único hemisferio.
Pero la noche es un elefante que camina
para aplastar todo este ruido.
Sentadita, tiemblo y me siento bien.
1 comentario:
Ya extrañaba herirme con tus líneas. bien bien saludosos
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