martes, 18 de marzo de 2014

mensaje en una botella


A quien corresponda.


Hoy me asaltó una de esas rachas monomaniacas que me vuelven un ser insostenible. Desayuné vino –merlot, porque es el que siempre compro- y luego fui a buscar la entrada del 18 de marzo del diario de Alejandra Pizarnik. “Más miedo que antes. Antes me disculpaba mi cara de niña. Ahora, súbitamente, me tratan como grande”. Este 18 de marzo se parece a aquél de 1961. Ya he escuchado la misma canción unas 27 veces, y aún no son suficientes. Escribí y borré “no valgo verga” cuatro ocasiones seguidas para después escribir todo esto que es, al final de cuentas, la misma frase pero con muchas palabras. No quería escribirte nada. No tengo nada que escribir. Debería estar revisando una tesis que acepté revisar porque no tengo vergüenza. Apenas si pude revisar la mía. Además no sé nada de arquitectura. Pero algo me taladra. Debo ponerle nombre a esta necesidad que hoy, particularmente hoy, tengo de saberme tuya. Mientras tanto, pongo las horas que faltan para volver a esa ciudad invisible que he bautizado como "nosotros" en la copa y me las trago. Y es que, sí, quererte me está violentando el alma y pienso que mis manos son un crimen por estar tan vacías de ti.

2 comentarios:

Sadie dijo...

Me hace falta encontrar más líneas por aquí. Se está empolvando todo, hay telarañas y huele a vacío.

Jorge Nores dijo...

Esas manos vacías que no se atreven a arrancar la sensación casi insoportable que se te queda en el estómago.