lunes, 2 de mayo de 2011

En la noche de San Judas

Esta noche me permito todo:
morder las sombras que habitan tu rostro,
desgarrarte el recuerdo a gritos,
mojar el desierto de tu pecho con mi olvido,
palpitarte en las manos,
temblarte en las piernas,
clavarte los dientes en el dolor.

Esta noche me permito ser una puta para ti
y tus mil demonios;
exorcizarte en mi lengua,
ungirte en el óleo de mis huesos.

Ésta es la noche del mareo conjurado;
del funambulismo sobre botellas
iguales a nuestros cadáveres;
del vértigo de la muerte
creciendo entre tus piernas.

Es la noche de la muerte trepanando las entrañas;
de las sonrisas desgajándose a gotas
y de las metamorfosis del silencio.

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